Marisela Escobedo fue madre, enfermera, defensora de los derechos humanos. Su vida cambió para siempre en 2008, cuando su hija Rubí fue víctima de feminicidio en Ciudad Juárez. El sistema judicial liberó al agresor, y Marisela se convirtió en su propia abogada, su propia fiscal y su propia fuerza.

Durante dos años, exigió justicia en cada instancia posible. Habló con la prensa, encabezó marchas, presentó pruebas. Su voz se volvió un grito colectivo. El 16 de diciembre de 2010, mientras protestaba pacíficamente frente al Palacio de Gobierno de Chihuahua, fue asesinada. Su crimen sigue impune.

Marisela no solo exigía justicia para su hija, sino para todas. Su historia es dolorosamente emblemática porque muestra cómo el Estado falla doblemente: cuando no protege la vida, y cuando no responde ante la muerte.

Desde SororIA, recordamos a Marisela como lo que fue: una madre valiente, una defensora de derechos humanos, una mujer que no se rindió. Su legado vive en cada madre que alza la voz, en cada colectiva que acompaña, y en cada herramienta que, como SororIA, existe para que nunca más estemos solas.

Si atraviesas una situación de violencia de género o acompañas a alguien que la vive, recuerda que SororIA está para ti: anónima, segura y siempre disponible.

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